El patrimonio arqueológico y el anacronismo intelectual
A propósito de las declaraciones del Viceministro de Cultura Luis Jaime Castillo
"... como antes de permitirse la urbanización debió señalarse como no enajenables las zonas que pudieran considerarse monumentos históricos, lo que no se hizo; como dicha pequeña waka, en nuestro concepto, no tiene valor histórico y ya está en su mayor parte demolida y, finalmente, como se encuentra en la actualidad dentro del perímetro urbano y en zona que tanto el Municipio como los propietarios tratan de propulsar: a Usted, Señor Director, pedimos que sirva autorizarnos a terminar la demolición de la pequeña waka en referencia, expresándole que si quisiera ejercer algún control durante los trabajos que conduzcan a tal efecto, estamos llanos a facilitarlo, poniendo a sus órdenes a nuestro ingeniero... que facilitará el propósito."
Lima, 12 de febrero de 1941
Tassara Hermanos
(Carta al Director del Patronato Nacional de Arqueología solicitando la demolición de la Huaca Pucllana)
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No es un misterio que los pretextos para destruir los monumentos arqueológicos peruanos han girado, desde el s XVI, sobre un pequeño conjunto de argumentos, que en la actualidad pueden, prácticamente sin ninguna objeción, considerarse falsos, prejuiciados e interesados; siendo estos un lastre metal que expone la irracionalidad, la incomprensión o el desprecio de muchas personas sobre el pasado histórico nacional y los testimonios que lo evidencian. Estas razones son: las religiosas (destrucción de las guacas - templos y sitios sagrados), las económicas (saqueo de riquezas o aprovechamiento de la tierra y conversión de bienes), y las "progresistas" (el pasado como obstáculo del desarrollo). En muchas ocasiones estas razones -excusas- se entremezclan para constituir un conjunto argumental definido, que se esgrime como el plus ultra de las justificaciones para acabar con los testimonios del pasado en el Perú. Y usando estas palabras en verdad casi hemos perdido todo.
En una entrevista reciente (http://www.limamilenaria.blogspot.com/2013/11/patrimonio-en-riesgo-lo-que-esta-en.html) el viceministro de Cultura, Luis Jaime Castillo, ha afirmado que la destrucción de Puruchuco en Lima es un "pequeño sacrificio" en pro del solucionar un problema que enfrenta dos bienes públicos; "canales prehispánicos" y la avenida Javier Prado. Y lo que se pretende hacer para solucionar este "problema" es demoler parte del monumento arqueológico (el “pequeño sacrificio”) para permitir la extensión de la pista o avenida, lo que según el viceministro no va a afectar "la zona arqueológica principal" (es decir el edificio restaurado por Arturo Jiménez Borja en la década del 50). El argumento primordial de Castillo es el "progresista", para lo cual esgrime el término "desarrollo" como excusa, de allí que su propuesta de solución implique la definición de la cuestión por oposición de intereses (patrimonio vs pista), relegando el valor del monumento arqueológico por el establecimiento de su arbitraria jerarquización (zona principal vs zona secundaria) y la minimización de su contenido arqueológico ("unos canales prehispánicos"). Castillo redondea su apreciación con esta frase para la antología: "Nuestra respuesta ha sido dar una solución al presente, y no que los muertos impidan la vida"
Aunque puede sonar severo afirmar que el viceministro siente un desprecio por el patrimonio arqueológico de Lima, siendo él arqueólogo, sus palabras son demasiado elocuentes y gráficas, especialmente cuando se comprueba la enorme riqueza arqueológica del sitio y la increíble sub valuación que hace de todo el testimonio arqueológico hallado en el lugar, justamente por donde va a pasar una pista. Una observación superficial expone claramente que existen tres grupos independientes de evidencia arqueológica con su propia complejidad material intrínseca: 1. Un pequeño asentamiento con una variedad de morfologías arquitectónicas edificadas siguiendo el borde del cerro, que incluyen recintos delimitados con muros de piedras de tipo rustico, cuartos, terraplenes, canales y matrices de tumbas o enterramientos, entre otros. 2. Terraplenes o plataformas ascendentes desde un par de metros bajo la superficie del suelo actual hasta las laderas medias bajas del cerro, formando un perfil escalonado; y 3. Alineamientos de piedras constituyendo muros o secciones de canales antiguos hallados bajo más de tres metros de la superficie.
Esta es una extraordinaria variación material cuyo potencial para la comprensión del pasado de Lima está siendo totalmente ignorada para favorecer su destrucción absoluta. Hay que anotar además, que si estos "canales prehispánicos" se hallaron a más de 3 metros de profundidad en el relleno, su antigüedad puede sobrepasar los varios miles de años y corresponderían históricamente a una Lima que no tiene nada que ver con las demás evidencias descubiertas; las que probablemente se encuentran relacionadas a las poblaciones locales tardías, antes y durante el impacto del Imperio Tahuantinsuyo en Lima (por 1470), y a los sucesos de la invasión y conquista hispana que tuvieron en Puruchuco un momento crucial durante la guerra de reconquista dirigida por Manco Inca.
¿Pero esto realmente les importa a los funcionarios del Ministerio? Aparentemente no. En televisión nacional (http://tvperu.gob.pe/noticias/locales/otros/51515-se-acerca-construccion-de-tuneles-en-cerro-puruchuco-rescate-arqueologico-al-90.html) el arqueólogo Martín Chanta, quien dirige el "rescate" arqueológico de Puruchuco, declaró que ellos no se esperaban que aparecieran estas evidencias, de aquí que estuvieran simplemente compelidos a realizar su registro. Lo sorprendente no obstante, es que en esta misma entrevista, el mismo arqueólogo adelantó explícitamente su intención de destruir los testimonios arqueológicos mediante su remoción completa del terreno; lo fue expresado de manera muy enfática por del Gerente de la Municipalidad de Ate Jorge Augusto Seghelmeble, quien destacó además que esta es la tercera vez que se "rescata" esta zona. Y por lo visto esta es la definitiva. En arqueología, cuando se trata de arquitectura o evidencia inmueble, como la que estamos observando, no aplica ningún "rescate" literalmente hablando (“rescate” aquí es un término que solo supone la recuperación mecánica de información), y no existe posibilidad alguna que el pequeño asentamiento, las plataformas y los canales sean removidos y almacenados en algún gabinete. Toda esta evidencia será destruida (y parcialmente enterrada).
Situaciones como esta son aberrantes por su propia incongruencia e irracionalidad, ¿cómo es posible que a pesar que se descubren variadas y complejas evidencias arqueológicas, los arqueólogos adelanten juicios sobre su remoción y destrucción? Quizá la respuesta ya la haya dado Castillo al minimizar el valor de estos testimonios. Es claro que no es una casualidad que el arqueólogo Martín Chanta jamás haya publicado un solo artículo científico sobre la arqueología de la época Inca y que no esté capacitado ni mínimamente para realizar una investigación científica de la evidencia que ya condenó a muerte en televisión nacional. Si en el Cusco te meten a la cárcel por pintar un muro "inca", ¿qué debemos hacer con el arqueólogo Martín Chanta y con Jorge Augusto Seghelmeble que han dicho públicamente que van a destruir ("remover") la evidencia inmueble de Puruchuco ante millones de personas?
Considero que es evidente (aunque pueda sonar iluso) que el viceministro Luis Jaime Castillo no tiene ni la menor idea de lo que se juega Lima y el país al perder su patrimonio arqueológico en Puruchuco, especialmente porque lo que se está destruyendo es evidencia inédita y desconocida para la arqueología de Lima. En este sentido es necesario establecer con contundencia que el edificio principal o palacio de Puruchuco no es lo más importante del complejo arqueológico. Independientemente de su modestia o rusticidad, desde una perspectiva científica pura, son las pequeñas evidencias, especialmente aquellas enterradas, las que constituyen lo más relevante de los testimonios arqueológicos del lugar y los que pueden responder un sin número de cuestiones sobre el pasado de Lima, que un edificio funcionalmente determinado no podría hacer, sin menoscabo de su valor cultural obviamente. El edificio principal de Puruchuco, una de las joyas de la arqueología de Lima, ha sido extensivamente estudiado desde los 50s, mientras que los pequeños asentamientos rurales, terracerías, sistemas de enterramiento y arquitectura funeraria, sistemas hidráulicos, agrícolas, industrias de transformación de materiales, lítico, cerámica; construcción y edificación, intercambio, etc., que se hayan todas en esta zona excavada (por donde va a pasar la pista), permanecen sin estudiar y van a ser destruidas irremediablemente.
Pero si hasta aquí las declaraciones del viceministro causan desconcierto, un giro increíble de sus palabras demuestra meridianamente cual es su grado de compromiso de este caso. Castillo dijo, en clara justificación a la destrucción de Puruchuco, que él no sabía si existía un arreglo independiente que haya generado el problema del patrimonio: "si hay contubernio entre Ate y una empresa comercial, eso no lo sé". Y esto es grave. Independientemente de los años que lleve el proceso de destrucción o la plata gastada para ello ("Este proceso lleva años y hay toda una serie de inversiones hechas"), Castillo parece desconocer completamente la justificación real de los intentos por romper el sitio arqueológico, ¿Cómo es posible que el Ministerio de Cultura procure la destrucción del patrimonio arqueológico sin ni siquiera estar seguro de las razones que conllevan a esta acción?, ¿Cómo es posible que el Ministerio de Cultura actúe como "victima de las circunstancias" y no ejerza la defensa del patrimonio arqueológico que es su función inmediata?
Lo que sucede en Puruchuco es claramente un esfuerzo mediatizado de favorecer un centro comercial y no de habilitar una pista, pista que no tiene mayor importancia si se considera que termina menos de 600 metros más adelante. Si esto es así, Puruchuco se destruye por intereses puntuales, para favorecer económicamente una empresa mediante un lobby. Si yo estoy equivocado, entonces el Ministerio debió exponer los estudios técnicos que demuestren que la pista es la razón fundamental, cosa que no han hecho nunca. Y así fuera esa la razón, hay otras maneras de evitar la destrucción del monumento.
Pero lo que estos argumentos prueban esencialmente, es que la perspectiva sobre el patrimonio arqueológico del viceministro Luis Jaime Castillo es totalmente superflua y no se basa, ni en el conocimiento de la riqueza arqueológica del yacimiento, y menos en el conocimiento de los intereses reales que persiguen la destrucción del mismo. El viceministro es un espectador con sillón privilegiado y simplemente no se quiere ensuciar las manos defendiendo el patrimonio o cuestionando las razones de su destrucción, que es lo mínimo que se esperaría de alguien en ese cargo.
A partir de aquí entonces, no parece haber duda de que el viceministro esta allí para favorecer el estatus quo del patrimonio arqueológico peruano, que no encuentra un respaldo decisivo por su protección en las instancias del gobierno, donde se alimenta, por el contrario, la impresión falsa y tendenciosa de su "imposibilidad" de protección real. Y esta impresión es totalmente deliberada. De esta forma se pueden argumentar barbaridades como la necesidad de tomar decisiones en pro de la destrucción del patrimonio arqueológico (“pequeños sacrificios”) incluso sin haber estudiado sus contenido cultural -como en Puruchuco-, y usando solo el criterio de jerarquía o monumentalidad, tal como ha hecho Castillo para valorar este yacimiento. De allí que sus palabras suenen como una sentencia: "la zona arqueológica principal no va a ser afectada, por eso oponerse a los túneles no tiene sentido". Aquí no interesa cuán importante es la evidencia arqueológica de Lima, esta ya tiene destino, y el coro de la ignorancia, que no puede hacer un argumento inteligente sobre el valor cultural de un monumento como Puruchuco, ha sancionado su destrucción.
Hoy el viceministro aparece como una figura intrascendente en un momento en que se requiere decisiones concretas y rápidas por la defensa y la revalorización de patrimonio arqueológico peruano, usando con contundencia todas las normas legales vigentes, que todavía podrían garantizar mínimamente una defensa efectiva de este bien fundamental para la autoestima de los peruanos. Pero no, a su gestión y a la de la ministra (que de patrimonio arqueológico no debe saber probablemente nada) parecen colmarla la apatía y la desidia, de allí que las normas contra el patrimonio se sucedan en sus narices, como la reciente ley 30096 (promulgada el 21/10/13) que establece que la sustracción de los bienes culturales de la nación ya no es considerado hurto agravado (norma después corregida); o que se ignore la existencia de los Decretos Supremos 054 y 060, que son claramente inconstitucionales y norman increíblemente a favor de la destrucción del patrimonio cultural peruano (http://blog.pucp.edu.pe/item/176229/el-decreto-supremo-n-054-2013-pcm-y-el-silencio-administrativo-referido-al-patrimonio-cultural-de-la-naci-n). Normas y leyes que el Ministerio ha sido incapaz de cuestionar abiertamente. Si así están las cosas suena suspicaz, por decirlo menos, que el Ministerio este trabajando en la propuesta de nuevas leyes y normas legales sobre patrimonio en el Perú (como afirma el viceministro), cuando lo más probable es que se esté trabajando en acentuar el lobby legal que está destruyendo el patrimonio nacional; en especial considerando la falacia de la imposibilidad de la defensa del patrimonio y el interés consecuente de ponerlo en usufructo mediante su concesión, favoreciendo el alquiler de las guacas más importantes del Perú hasta ahora conocidas, como son Caral, Chan-Chan, Choquequirao, Kuelap, Sipan, las Huacas de Moche, Machupicchu, las líneas de Nasca, entre otras.
El patrimonio arqueológico corre peligro y la coyuntura no es favorable para su salvaguarda, es verdad, pero esto se debe más a la ineptitud e incapacidad de los burócratas de turno por propugnar su defensa que a su verdadera situación de vulnerabilidad física. Si dejamos que se afecte el patrimonio, dando leyes contra el mismo y permitiendo su destrucción, sin conocer su valor científico o las razones por las que se pretende su demolición, estamos sentando las condiciones necesarias para crear la falsa imagen de su inexorable destrucción y no podremos actuar en su defensa. Se necesita una aproximación inteligente al tema, pero especialmente el reconocimiento de las mayores razones por las cuales debemos propugnar su protección. En primer lugar porque constituye la memoria histórica de nuestra presencia y trayectoria en el mundo, y en segundo lugar, porque en el estado actual de la arqueología peruana, aun no comprendemos adecuadamente este patrimonio, y aun no tenemos una idea cabal de su papel en la historia de de la nación, más allá de su extraordinaria importancia, la debe ser resuelta con investigación científica y con una actitud de compromiso histórico con nuestra patria.
Luis Jaime Castillo quizá tuvo la oportunidad histórica de levantarse sobre la mediocridad mental que reina en el Ministerio de Cultura cuando se trata del patrimonio arqueológico peruano, pero él es prisionero de su propia mediocridad y de su anacronía mental. Quizá fue su oportunidad de sugerir que se use "tecnología de punta" para la resolución de un pase por Puruchuco construyendo por ejemplo un by pass que no afecte un centímetro el patrimonio arqueológico nacional; pero él prefirió lo irracional, la brutalidad y bestialidad que significa destruir un monumento nacional para favorecer intereses privados. ¡Allá los muertos! Los "vivos" de hoy hacen lobby para ganar plata para sus negocios, no importa lo demás.
Sin duda, la grandeza histórica de las personas está reservada a pocos.
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"La waka motivo de esta solicitud es un monumento que forma parte del Grupo "La Juliana", Miraflores. Por su importancia arqueológica y por su estructura y contenido está incluido dentro de los monumentos amparados por la Ley 6634. La inspección ha tomado todas las providencias necesarias para impedir la explotación de sus materiales.
Por tanto el suscrito opina que no se le puede conceder a la firma Tassara Hnos. autorización para utilizar el área contigua al monumento y el monumento mismo en los trabajos que realiza de parcelación de tierras y edificación.”
Lima 24 de febrero de 1941
Julio C. Tello
(Carta de respuesta a Tassara Hermanos sobre su pedido de demoler la Huaca Pucllana")