El MUNA, la arqueología y la destrucción de Pachacamac
"... el principal objetivo de las personas que están detrás del Proyecto, es desactivar la Sección de Arqueología del MNAAHP (que corresponde al Museo que fundó Tello en 1945), dilapidando el Patrimonio Arqueológico para implementar el MUNA."
Desde su inicio, el proyecto del “Museo Nacional del Perú”, o simplemente MUNA, se ha convertido en una de las iniciativas más cuestionables y conflictivas en relación a cultura en la historia reciente del Perú. Este proyecto, gestionado y aprobado por el Ministerio de Cultura del gobierno de Ollanta Humala, ha generado cuestionamientos de todo tipo debido a que se promovió obviando todas las formas regulares para una obra de su tipo y dimensión(1). Nunca se realizó transparentemente y si no es por la presión de determinados sectores académicos(2) incluso su diseño e infraestructura se hubiese hecho “a dedo”, como ha sido la obra en su mayor parte. Las opiniones en contra del MUNA incluyen una diversidad de aspectos, como son la planificación y el costo de la obra(3), la museística(4), su ubicación y acceso social(5), y por supuesto la afectación arqueológica y cultural que causa al estar dentro del área intangible de Pachacamac(6). La aventura del MUNA por parte del Ministerio de Cultura, avalada y defendida por sus "padres" (siguiendo el lenguaje coloquial de J. Lizarzaburu) y demás involucrados, sugiere claramente un contubernio planificado, que ideológicamente se justifica en la creencia dogmática y recalcitrante de que se nos está haciendo un favor al promover un "proyecto nacional" con miras al bicentenario; una obra, un monumento al "sueño republicano", un museo de envergadura al máximo nivel mundial. Nada más falso.
La verdad es otra. Como se viene comprobando, el proyecto del MUNA no está sustentado en ningún sueño altruista sino en una actitud pragmática orientada a favorecer determinados intereses particulares ("sueños republicanos"), los que, como ya dije, acompañan varios objetivos ideológicos y sociales concretos, como son la eliminación de la historia arqueológica peruana de la capital, y la anulación de los parámetros mínimos de defensa de los sitios arqueológicos nacionales. El verdadero sueño republicano, hoy, es demoler todas las premisas históricas que, con Julio C. Tello, revolucionaron la concepción del pasado en el país, y que cambiaron radicalmente la forma como se comprendía al indígena peruano en el siglo XX.
Este es el sueño: arrojar la arqueología al mar, eliminar las leyes que protegen los monumentos arqueológicos, meter todo lo que se pueda al museo para "salvar" el patrimonio, y después, empezar a eliminar los monumentos arqueológicos que tanto molestan la inversión. Para realizar todo esto solo se necesitaba la decisión de una enajenada voluntad política, y de arqueólogos sin escrúpulos, expertos en liberar monumentos nacionales de su estatus patrimonial, con experiencia en mandar destruir sitios arqueológicos no investigados, y dispuestos a ganar dinero demoliendo el pasado. Iluminados. Y ya han hablado algunos.
Uno de los argumentos más risibles para la justificación del MUNA es citar a Julio C. Tello, como si este arqueólogo, sobre la base de intereses particulares y contubernios, hubiese aspirado a construir un Museo Nacional rompiendo para esto el área arqueológica de Pachacamac. No. Desde la arqueología, el Dr. Tello creó las condiciones para que la valoración del pasado sea socialmente relevante y tuviera un impacto positivo; por eso no sólo fomentó los museos nacionales, sino instituciones que albergaran el patrimonio cultural y dieran soporte a las investigaciones arqueológicas en el país. Julio C. Tello incorporó parámetros teórico-metodológicos para el desarrollo de la actividad arqueológica, y fundamentalmente cimentó las bases legales para la defensa de los sitios arqueológicos en todo el Perú; con lo que se pudo proponer la recuperación técnica del patrimonio y su estudio científico. Como se puede ver, el Dr. Tello no improvisó sus posturas, y justificó la fundación de los museos, basados en premisas de defensa y conservación del patrimonio y no lo contrario.
En el contexto actual, la construcción del MUNA no se hace para exaltar la importancia de los sitios o bienes arqueológicos peruanos, todo lo contrario; el MUNA es una oportunidad histórica para menoscabar la arqueología y el sentido social que defiende el patrimonio cultural del país. Al eliminar la arqueología de la capital de la república, se elimina la única visión histórica del desarrollo nacional donde el pasado indígena tenía un lugar, y donde los restos de ese pasado (los huacos, las piezas de oro, los finos textiles, etc.) no eran vistos como expresiones estereotipadas de un arte superlativo, sino como los logros culturales de antiguas civilizaciones; mismas que enorgullecían al hombre peruano, devolviéndole su autoestima y ayudándolo a entender su génesis y lugar histórico. Al arrojar el museo de arqueología a las afueras de Lima, se oculta el pasado nacional para favorecer una visión comercial, esteticista y antihistórica del Perú, que sólo beneficia a los museos de coleccionistas privados, de huaqueros y saqueadores, quienes ven lo arqueológico como expresiones folclóricas de pueblos fenecidos, cuyos objetos y "rarezas" sirven meramente para adornar espacios privados y enorgullecer a sus propietarios. El pasado arqueológico, sin museo arqueológico, es el "arte" que impresiona a los observadores, cuyo valor estético sólo puede medirse en dinero.
Ya sabemos que fue en el gobierno aprista en que se empezó a desestructurar el "Museo Nacional" de San Borja, y fue con Ollanta Humala que definitivamente se cerró esa institución, probablemente para generar otra excusa de construir un “gran” museo nacional. Por supuesto, para hacer el MUNA habría que acabar también con el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (MNAAHP), de Pueblo Libre, y con la visión arqueológica de la historia nacional, lo cual ya ha sido advertido y denunciado oportunamente(7). Aunque los interesados declaren que no se afectará el Museo de Pueblo Libre(8), el MUNA ha sido proyectado no solo para acabar con esta institución, sino con toda la visión y el trabajo del Dr. Julio C. Tello a favor del patrimonio cultural peruano. La terminación del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y del legado del Dr. Tello, es el golpe de gracia de la demolición de la arqueología peruana en Lima. Y qué mejor que hacerlo en Pachacamac.
A nivel jurídico es demasiado obvio que el MUNA se impone como un ardid deliberado para nuevamente demoler la institucionalidad legal que salvaguarda los sitios arqueológicos. La ubicación de una edificación a una escala monstruosa en Pachacamac, utilizando un ardid interpretativo ("intangible" o “lo que nos da la gana”), implica que los sitios no pueden defender o mantener su integridad física establecida legalmente ante los caprichos y "sueños" de los funcionarios de turno, y en esto tienen amplia experiencia los dos arqueólogos que más involucrados están en este proyecto.
Luis Guillermo Lumbreras y Luis Jaime Castillo siempre serán recordados por la destrucción de Puruchuco, especialmente el primero de los nombrados, cuya participación en el caso ha sido decisiva. Solo basta recordar que fue Lumbreras quien firmó la autorización del tajo abierto que arrasaría con parte del sitio, luego de hacer, él mismo, el "rescate" arqueológico de este monumento (9) (¿alguna suspicacia?). Y no es posible olvidar al ex Viceministro de Cultura, para quien la devastación de Puruchuco fue un “pequeño sacrificio”. En su increíble pragmatismo, este arqueólogo declaró que no le constaba si existía algún arreglo detrás de la obra que rompería el complejo arqueológico, y ya sabemos que pasó después. ¿Cómo es posible que a los funcionarios del Estado no les importe si hay o no intereses en la destrucción del patrimonio arqueológico nacional? Este es pues, un buen ejemplo de cómo gestiona un viceministro en el Perú(10). Hoy, Luis Jaime Castillo alucina el futuro de trenes que llegarán a Pachacamac para el MUNA y es una pena que este profeta del transporte no haya alucinado que al futuro mall de Puruchuco, o a la carretera central, no se llegara también en trenes. Quizá se hubiesen evitado los dos túneles para autos que destrozaron este sagrado monumento nacional.
¿Pero, porque arqueólogos reconocidos y con prestigio participan en actos que a todas luces destruyen el patrimonio, su espacio, su intangibilidad? Pues básicamente por una cuestión moral. Está claro que más allá de sus propios y mediatos intereses (jugosos contratos a favor del MUNA), estos arqueólogos no parecen sentir ningún vínculo por la arqueología de Lima, menos por Pachacamac, y aún menos por Julio C. Tello. Para estos señores, y para todos los que han participado en la destrucción de Pachacamac, sí en su destrucción, la zona arqueológica no significa nada. Desde un punto de vista tradicional, peruano, es obvio que estos arqueólogos son incapaces de sentir, o mejor, percibir, que ese lugar y monumento es una Waka, un lugar sagrado, sagrado sus restos, su suelo, su aire. Hay personas que quizá no entiendan nunca que para muchos peruanos allí vive y allí está el templo de Dios. La destrucción de Pachacamac es la destrucción de lo más sagrado que tenemos en la tradición nacional.
Pero los "sueños" y deseos monumentales de algunos arqueólogos son en realidad la punta del iceberg de toda una corriente mental que solo valora los testimonios arqueológicos a beneficio, y que segrega por intereses los que hay que salvar o no del pasado peruano. En esto último es especialista el Sr. Javier Lizarzaburu, (editor del blog “Lima milenaria”), cuya opinión consabida sobre el patrimonio arqueológico nacional es que este no se puede proteger de su destrucción, por lo que hay escoger que monumentos que deben ser salvados. Si los peruanos hubiésemos pensado eso desde el siglo XVI, hoy no habría patrimonio arqueológico, y quizá no existiríamos ni nosotros mismos. La visión negativa de la campaña emprendida por el blog de “Lima milenaria", es, sin ninguna duda, la que justifica la destrucción del patrimonio arqueológico nacional y su uso comercial a ultranza.
Y no está de más recordar que en esta campaña pro MUNA no hay nobleza ni desprendimiento. Para el Sr. Lizarzaburu esta ha sido una oportunidad de ser fracción interesada, como ha confesado directamente, por lo que su opinión respecto al MUNA, Pachacamac o Tello, es de parte. Hay que tener muy claro que personajes como los nombrados son piezas en el juego millonario que está arrojando la arqueología nacional fuera de Lima, que elimina el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (MNAAHP), que acaba con el legado del Dr. Tello, y por supuesto, que destroza cientos de contextos funerarios para construir un ególatra deseo; y bajo esa moral, podemos esperar la destrucción de cualquier monumento nacional que este en el camino de algún alucinante "sueño" republicano o de la "modernidad" patrimonial…, aquella que acaba con el patrimonio.
No tenemos dudas que el MUNA se hace para debilitar o acabar con los sistemas de defensa legales del patrimonio y con la arqueología nacional, y el desmantelamiento del MNAAHP es una consecuencia directa de ello. Y este es el inicio. A nivel institucional el MUNA no se hace con la intención de mejorar el sistema nacional de museos, sino de socavarlo. Después del MNAAHP será el turno de los museos arqueológicos del Estado, que van a ver prácticamente eliminado sus presupuesto y sustento gubernamental. El MUNA, fuera de Lima, aislado y minando el presupuesto para cultura del Estado, que no invierte en el tema, le va a costar al país la reducción o la terminación de su sistema de museos y con el, del sistema educativo nacional valorativo y protector del pasado peruano. Esto significa en la práctica un retroceso histórico en la defensa del patrimonio arqueológico nacional.
Como vemos, el MUNA en Pachacamac es la peor idea en cultura de los últimos tiempos, y su irregularidad(11), ilegalidad, y consecuencias (12) solo pueden estar sustentadas en una ideología que es recalcitrante en todas sus formas. Los defensores de este proyecto, al mentar su “sueño republicano”, parecen no comprender que la “república” no significó nada positivo para la revalorización del pasado indígena, ni para los hombres y mujeres que sobrevivieron la conquista española, para los descendientes de los que hicieron Pachacamac. El “sueño republicano” es una falacia vergonzosa, concebida por los valores independentistas derivados del proceso colonial, en el que los derechos y prerrogativas de los españoles y sus herederos se hicieron más concretos, mientras que los indígenas de los Andes y la Amazonia empeoraron su situación social. De allí que mentar el bicentenario para justificar la destrucción de Pachacamac es solo una ironía más de este despropósito que es el MUNA. Acabar con Pachacamac, la arqueología, el Museo de Pueblo Libre (MNAAHP) y con la obra de Julio C. Tello, mentando el bicentenario, es simplemente la figura perfecta del verdadero espíritu colonial que se refrendó con la república. Hoy, acabar con la arqueología peruana es en cierto modo acabar con los indígenas peruanos, cuyas obras (sitios arqueológicos) son, para algunos enajenados, la causa de que no progrese el país.
Para los peruanos que aprecian y defienden los valores de la nacionalidad, el verdadero sueño es llegar al bicentenario, al tricentenario, o a cualquier 28 de julio, con una política cultural que proteja los sitios arqueológicos nacionales de los guaqueros, traficantes, mafiosos y destructores. Con una política cultural decisiva que defienda el patrimonio de malos e “iluminados” arqueólogos, que piensan que destruir las instituciones, los monumentos y los sitios arqueológicos es hacer un favor a la cultura peruana. Hay que llegar al bicentenario sin la falsa y patética premisa de pensar que es imposible salvar los sitios arqueológicos. Hay que llegar con todo nuestro patrimonio actual, respetando su integridad física, paisaje y área intangible. Hay que llegar al futuro, haciendo que la población nacional se sienta orgullosa de su pasado y su legado inmemorial. Este es el sueño que nos legó el Dr. Julio C. Tello y que heredamos de nuestros ancestros, la defensa del patrimonio arqueológico y cultural peruano.
Cusco, setiembre 2016
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Notas
1. Ver expediente MUNA por Mariana Mould en: https://drive.google.com/file/d/0B1J4VjMsXczFUFVUakFpTGFPcHc/view
2. Ver carta de arquitectos sobre el MUNA en: http://www.arquitecturaperuana.pe/2014/05/peticion-de-concurso-publico-de.html
3. Ver un argumento técnico sobre los impactos en la gestión pública de un proyecto como el MUNA, por Daniel Cáceda en: https://drive.google.com/file/d/0B1m87UnEZORLNW5icEtyaUp4b2M/view
4. Ver artículo de Alfonso Castrillón al respecto en: https://alfonso-castrillon-vizcarra.lamula.pe/2016/09/05/muna-conflicto-de-intereses/alfonsocv/
5. Ver opinión de Luis Millones : http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/socorro-que-alguien-se-ocupe-museos-luis-millones-noticia-1922183.
y Walter Alba: http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/museo-reubicar-walter-alva-noticia-1931651
6. Opinan Celso Prado, Walter Alba y Ruth Shady: https://arkeonoticias.wordpress.com/2016/09/08/expertos-piden-paralizar-obras-de-museo-nacional-de-arqueologia/
7. Ver pronunciamiento del Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre (PACCPUL) en: https://arqueomula.lamula.pe/2015/05/20/pronunciamiento-del-patronato-civico-cultural-de-pueblo-libre-respecto-al-traslado-del-museo-nacional-de-arqueologia-antropologia-del-peru/arqueomula/#lg=1&slide=0
8. Ver declaraciones de Luis Jaime Castillo al respecto en: http://limamilenaria.blogspot.pe/2016/09/el-muna-arenas-silencios-y-odios-del.html
9. Vale la pena recordar bien este hecho: “En los 90 el Concejo de Ate convocó a Luis Lumbreras para realizar un proyecto de evaluación y rescate. En el 2001, antes de ser director del INC, lleva a cabo el estudio y recomienda la construcción de un paso subterráneo por el espolón de Puruchuco, “porque no se encontraron restos arqueológicos que puedan ser preservados, más allá de algunas terrazas de contención usadas para fines agrícolas y algunas piedras dispersas” (Expertos acusan al director del INC de avalar destrucción de Puruchuco 2004) (el subrayado es nuestro). (…) En base a su informe en el 2002 se firmó un convenio entre los gobiernos locales y el INC para aprobar las medidas de mitigación que atenuarían el impacto de la obra. Serían dos hectáreas las que se separarían de un total de 200 (Cook, en Hulerig 2011 [en línea]).
Años más tarde el INC, a través del artículo 2 de la Resolución Directoral Nacional Nro. 268/INC del 16 de mayo del 2003, firmada por Lumbreras (Lizarzaburu 2011 [en línea]), aprobó la ejecución de la obra de proyección de la avenida Javier Prado Este, la cual pretendía cortar a tajo abierto el espolón de Puruchuco (Resolución Directoral Nro. 318-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Esta decisión fue tomada, según el propio Lumbreras, porque “tanto el alcalde de Lima de entonces, Alberto Andrade, como el vicepresidente, Raúl Diez Canseco… querían que se hiciera esta obra, pero como arqueólogo siempre sostuve que la mejor opción era el túnel…” (Lizarzaburu 2011 [en línea]). (Tomado de: Monteverde, 2013: 75).
10. “si hay contubernio entre Ate y una empresa comercial, eso no lo sé”. Ver entrevista a Castillo en: http://limamilenaria.blogspot.pe/2013/11/patrimonio-en-riesgo-lo-que-esta-en.html
11. ¿Algo oscuro en la construcción del MUNA? ver este post: http://www.limagris.com/las-empresas-espanolas-ohl-aldesa-ganaron-la-licitacion-la-construccion-del-muna/
12. Ver Nota de Prensa de la Contraloría N°68-2016-CG/CON